Hace poco asistí a dos eventos relacionados a la labor que ejercen las redes sociales en nuestras vidas diarias. Uno fue la muy repugnante Cumbre de Medios de Comunicación Social celebrada en la Casa Blanca con la presencia del Presidente Trump.[1] El otro evento fue el Foro Global de Medios de Comunicación celebrado en Bonn, Alemania, por la Deutsche Welle. Ese evento inició con una entrevista en vivo al Presidente alemán Frank-Walter Steinmeier.[2]
En papel, sería muy difícil encontrar lo que fue, ante la vista de muchos, un mayor contraste. La cobertura mediática del evento en Washington fue abrumadoramente negativa y fue vista a través del lente de la política partidista estadounidense. Un festival incendiario de derecha, algunos lo denominaron de esta manera.[3] El foro alemán fue muy reverenciado por los principales medios de comunicación – globales, liberales y muy sincronizados con los puntos de vistas progresistas. Sin embargo, si uno escuchaba atentamente, en realidad había mucha congruencia de ambos eventos en el sentido de una profunda inquietud y preocupación sobre el tema de hacia dónde nos están llevando las redes sociales. Si bien el evento de la Casa Blanca se enfocó en preocupaciones de prejuicio anti-conservadoras por parte de las compañías en las redes sociales, Steinmeier lamentó que las redes sociales hayan cambiado el tono del discurso político, ya que «quienes sostienen una opinión contraria a menudo son etiquetados como oponentes o enemigos». Este llamó a democratizar la digitalización y romper el dominio que algunas grandes empresas de redes sociales poseen en el mercado.
Pero fue otro orador en el Foro Mediático Global de la DW quien subrayó que tanto los presidentes de Estados Unidos como el alemán estaban en algo. El orador principal con su estilo de cabello ondulado en crespos Jaron Lanier, vestido con una camiseta negra y jeans negros, comenzó disculpándose por el papel que las compañías han desempeñado en el cambio del mundo de hoy en las redes sociales. Pionero y visionario de Internet, Lanier se ha vuelto ferozmente en contra de la industria que este ayudó a crear.[4]
Años antes del surgimiento del EIIS y la Agencia Rusa de Investigación en Internet (IRA/Glavset), Lanier advirtió que el sueño de libertad en Internet era un espejismo y se arriesgaba a convertirse en una mafia virtual de linchamientos que desatan fuerzas no alcanzables a nuestro control. A pesar de sus fieras denuncias, Lanier representa una especie de rebelde en la corte, que continua investigando para Microsoft sin tener una presencia personal dentro de las redes sociales.[5]
Este comenzó disculpándose por la forma en que las redes sociales han causado tanto daño fomentando un incremento a la paranoia e irritabilidad (siendo estas variaciones de las reacciones a luchas y huidas que se hallan en la naturaleza) o, tal como este lo describió, el aumento a la política del temor y la ira alrededor del mundo. Lanier describió sin rodeos el cómo los algoritmos de las redes sociales manipulan habitualmente a los seres humanos. Parecía no haber ningún sentido de ironía en el cómo estos libertarios mediáticos de la nueva ola desempeñaron un papel tan clave en el surgimiento de políticas de identidad tan tóxicas.
Lanier agregó que un resultado particularmente grave de este experimento global masivo en el tema de ingeniería social ha sido ayudar a debilitar las instituciones mediadoras que juegan un papel importante entre el individuo y una colectividad abstracta. Este describió a su industria como no preocupada por la democracia o la libertad de prensa ni por la civilización o la raza humana y su supervivencia, sino como obsesionada con quién obtendrá el triunfo en la carrera por desarrollar la inteligencia artificial. Esta es una revolución cultural tan discordante como la de Mao, pero realizada involuntariamente, con un capitalismo desenfrenado igual al de su ansiosa doncella.[6]
La gran ironía de cualquier palabra que pronuncie Trump, Steinmeier y Lanier sobre este tema es que las grandes lecciones de este nuevo mundo las aprendieron mejor no los ladrones digitales barones de Silicon Valley, sino los autoritarios en Moscú y los fanáticos en Raqqa.
En pocas palabras, los esfuerzos propagandísticos de Rusia representan en gran medida un modelo mediático, uno de ruptura – mientras que la propaganda del EIIS ha encarnado perfectamente otro modelo mediático, el de la movilización. Irónicamente, tanto el EIIS como los rusos comenzaron a trabajar en serio alrededor del año 2013, a pesar de que existe una historia más larga de esfuerzos de propaganda terrorista en el Medio Oriente y Ucrania que se remontan a décadas. Muchos actores globales malos practican ambos estilos de propaganda. El modelo de ruptura mejor tipificado por el IRA ruso es practicado por muchas dictaduras que buscan confundir y desacreditar a los adversarios nacionales y extranjeros; los chinos e iraníes son dos ejemplos destacados de ello.
El tipo de movilización del EIIS en la red puede verse no solo entre los yihadistas rivales sino, con mucho más énfasis, dentro del activismo político de extrema derecha e izquierda en la red el cual se transforma fácilmente en violencia en el mundo real. El académico Thomas Hegghammer predijo esta confluencia macro-nacionalista incluso antes de que el EIIS se convirtiera en una palabra familiar en el 2014.[7] Finalmente, el estar motivado a odiar y asesinar por el bien de un grupo de identidad autodefinido denominado el Ummah o la Raza Blanca o el Proletariado se asemeja bastante.
Esta similitud dentro del enfoque, si no siempre en contenido, es la razón por la cual MEMRI, con mucha razón, a mi manera de ver, ha ampliado sus investigaciones y cobertura en monitorear y supervisar las incitaciones racistas y neonazis en la red. Desafortunadamente, ni la incitación y violencia de los yihadistas ni las que provienen de la extrema derecha o izquierda se ven disminuir. En lo que respecta al acoso antisemita europeo, este parece ser más a menudo islámico (un 30%) o de extrema izquierda (20%) que de extrema derecha (13%).[8]
Los recientes tiroteos en Estados Unidos y Nueva Zelanda perpetrados por terroristas nacionalistas han provocado llamados de todo tipo a realizar acciones drásticas[9]. Algunos estudiosos muy inteligentes y practicantes de la amarga y difícil lucha contra el yihadismo salafista han advertido sobre los desafíos existentes de tratar alegremente de librar una guerra ideológica en medio del historial de esta lucha que, en el mejor de los casos, es mixta.[10] Pero, por supuesto, los gobiernos y las sociedades deben hacer más para combatir el odio que conduce a estas muertes masivas.
El problema mayor es que en un mundo vaciado de instituciones mediadoras por las redes sociales y acosado por los crecientes desafíos relacionados al cambio climático y las migraciones, por economías cada vez más golpeadas por la globalización y la automatización y por la polarización extrema y la desigualdad en grandes partes del mundo, el hombre no desea estar solo – solo, para ser más preciso, frente a esas fuerzas impersonales que lo terminarían aplastando. Aquellos no insensibles deben ir tras la búsqueda de alguna pancarta y de una causa, algo más grande que ellos mismos. Esto es algo que los nacionalistas e islamistas parecen entender instintivamente y las terribles políticas sectarias, tribales y étnicas que observamos en el Medio Oriente parecieran ser una especie de futuro.
En una época de gran inseguridad y confusión, el tema básico de pertenencia, el de responder a la alienación y al aislamiento con un propósito real y una identidad absolutamente clara, se vuelve aún más importante que nunca. Eventualmente algo llenará ese vacío. Esas almas ricas y agotadas que ayudaron a desentrañar los ya gastados pilares de nuestra civilización, ya sea se ubiquen estos en Washington, Davos o en Silicon Valley, parecen tener muy pocas respuestas.
*Alberto M. Fernandez es presidente de Middle East Broadcasting Networks (MBN). Las opiniones expresadas en este documento son única y exclusivamente las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones oficiales del gobierno de los Estados Unidos.
[1] Slate.com/technology/2019/07/trump-social-media-summit-facebook-twitter.html, 10 de julio, 2019.
[2] Dw.com/en/steinmeier-social-media-has-a-clear-responILITY/a-48902738, 27 de mayo, 2019.
[3] Vanityfair.com/news/2019/07/trump-social-media-summit-far-right, 8 de julio, 2019.
[4] Smithsonianmag.com/innovation/what-turned-jaron-lanier-against-the-web-165260940, enero, 2013.
[5] Theguardian.com/books/2018/may/30/ten-arguments-deleting-your-social-media-accounts-right-now-jaron-lanier, 30 de mayo, 2018.
[6] Edge.org/conversation/jaron_lanier-one-half-a-manifesto, 11 de octubre, 2000.
[7] Nytimes.com/2011/07/31/opinion/sunday/the-rise-of-the-macro-nationalists.html, 30 de julio, 2011.
[8] Inquirer.com/opinion/commentary/anti-semitism-left-liberals-marc-thiessen-20190814.html, 13 de agosto, 2019.
[9] Theatlantic.com/ideas/archive/2019/08/how-not-fight-white-nationalist-terrorists/595618, 7 de agosto, 2019.
[10] Theatlantic.com/ideas/archive/2019/08/el-paso-shooting-how-can-we-police-ideology/595426, 4 de agosto, 2019.