Su objetivo fue explicar – e insultar – a los rusos, pero terminó iluminando mucho más allá de Rusia. En una entrevista publicada el 12 de abril en la televisión alemana, la investigadora alemana Florence Gaub (ciudadana de Alemania y Francia) dijo lo siguiente:

«No deberíamos olvidar que, aunque los rusos parezcan europeos, no son europeos. En un sentido cultural, piensan diferente sobre la violencia o la muerte. Ellos no tienen un concepto de vida posmoderna liberal. Un concepto de vida que cada individuo puede elegir. En cambio, la vida puede terminar temprano con la muerte. La esperanza de vida rusa es bastante baja, saben, 70 años para los hombres. Es por ello que tratan la muerte de manera diferente, de que la gente simplísimamente se muere».[1]

Los comentarios de Gaub generaron algo de revuelo, especialmente en las redes sociales. Sus comentarios recordaban demasiado la retórica alemana del pasado sobre los rusos de ser hordas brutales asiáticas y fue ridiculizada sin piedad en Twitter, bombardeada con fotografías del colonialismo europeo y de los campos de exterminio nazis. La propia Gaub no es nazi, sino casi una figura representativa de la élite eurocrática del continente: directora adjunta del Instituto de estudios de seguridad de la Unión Europea (EUISS/siglas en inglés), miembro del Consejo futuro global sobre riesgos fronterizos del foro económico mundial (FEM), anteriormente trabajó en el Instituto universitario de defensa de la OTAN, estudió en la Sorbona y se doctoró en la Universidad Humboldt de Berlín.[2] Lejos de ser una especie de derechista, Glaub trabajó en el pasado para los parlamentarios del SPD (Socialdemócratas de Alemania). En todo caso, este es el tipo de persona que está muy en sintonía con el espíritu de la élite de Davos y de la Unión Europea.

El hecho de enfrentarse a las críticas en la red por sus comentarios, Gaub se duplicó, señalando el amplio apoyo ruso a la guerra de Putin en Ucrania y, lo que es aún más revelador, tuiteó una copia del Mapa cultural mundial Ingelhart-Welzel del año 2020 señalando que «si consideramos ‘europeo’ el ser un conjunto de valores, echemos un vistazo a la Encuesta mundial de valores que agrupa al mundo en diferentes centros culturales».[3]

Me he sentido fascinada con este mapa desde que salió, pero quizás por razones muy diferentes a las de Gaub. Primeramente, es una forma muy extraña de justificar sus comentarios, ya que de hecho mostraría que Rusia posee valores diferentes a los de Europa del Norte particularmente protestante, pero también Ucrania. La mentalidad de ambos pueblos que luchan en la Guerra Rusia-Ucrania es, como era de esperarse, muy similar. De hecho, si uno sigue su lógica, ni Rusia ni Ucrania ni la OTAN ni los miembros de la Unión Europea Rumania, Bulgaria y Grecia poseen tales cacareados «valores europeos».

La otra gran ironía de utilizar un diagrama de este tipo para subrayar qué países poseen esos valores europeos «liberales y posmodernos» es que si Rusia y Ucrania no los tienen, tampoco los tendrán las oleadas de inmigrantes que buscan irrumpir en Europa desde África y del Medio Oriente. Estos están incluso «más abajo» – (sociedades más tradicionales centradas en la supervivencia) – que las de la Europa oriental ortodoxa. Es precisamente esa parte de la población de Alemania la que es más joven y la más fértil.[4]

Lo que el diagrama y la investigación de la Encuesta mundial de valores buscaban demostrar era, entre otras cosas, que «en una economía pos-industrial liberal, una parte cada vez mayor de la población ha crecido dando por sentado la supervivencia y la libertad de pensamiento, resultando en que la auto-expresión es algo muy valorado».[5] La idea era que a medida que tales países «progresen», estos se volverán menos tradicionales, menos enfocados en la supervivencia y más liberales y tolerantes y probablemente también mucho más opulentos. Esta investigación ha sido, probablemente con mucha razón, criticada como demasiado «euro-céntrica, simplista y culturalmente esencialista».[6]

Pero yo encuentro valor en el diagrama, menos como guía hacia un futuro liberal que hacia uno tradicional. Cuando lo vi por primera vez hace unos años, me fascinaron los países de la parte inferior izquierda, muchos de ellos islámicos pero no todos, en el subgrupo cultural «africano-islámico». Este me recordó un incidente del año 2015 cuando una publicación asociada con la Iglesia católica altamente progresista de Alemania se burló de los católicos africanos como gente muy «simple» que «no poseen nada más que su fe».[7] El suave racismo de los alemanes hacia los africanos en ese entonces resuena en el suave racismo de alemanes tales como Gaub hoy.

Para una comprensión mucho más matizada del mundo, tal vez sea mejor leer el mapa de Ingelhart-Welzel al revés y de atrás para adelante. Me parece que son precisamente aquellas sociedades que están familiarizadas con la muerte y familiarizadas con la vida, en el sentido de tener hijos y familias que posean más posibilidades de sobrevivir y que, más que una falta, se aferren a la tradición y tengan un fuerte sentido de supervivencia cultural son en realidad bienes culturales muy valiosos, en sí mismos, para todas las sociedades. La «vida posmoderna liberal» de Gaub es una sociedad que prioriza la eutanasia y el aborto (dos valores muy «europeos») y que casi no produce hijos. Europa se está muriendo literalmente (en este sentido Rusia y Ucrania son ambos muy «europeos», con tasas de natalidad similares a las de Europa occidental, todas ellas por debajo de la tasa de reemplazo). La tasa de natalidad en los 28 países de la Unión Europea está por debajo del nivel de reemplazo y la población indígena está en constante declive. El crecimiento que existe a menudo proviene de familias con antecedentes tradicionales, ya sean inmigrantes o locales. El hemisferio occidental está solo algo mejor que Europa, mientras que algunos países de Asia oriental como Japón, China y Taiwán están aún peor, con tasas de natalidad aún más bajas que las europeas. El miembro de la OCDE (el «club» de las naciones ricas y avanzadas) con la tasa de natalidad más alta, por mucho, es Israel.[8] De alguna manera, entre las características definitorias de la modernidad tardía, de las sociedades posmodernas, se encuentra la incapacidad o la falta de voluntad para reproducirse. Tal vez se pueda pronosticar un escenario mundial futuro lejano cuando un Imperio estadounidense mestizo de habla spanglish se enfrente al Emirato islámico de Eurasia, suponiendo que el resto del mundo no deje de vivir con la mirada puesta en la posteridad.

Puede que llegue el momento, antes de lo que pensamos, en el que observaremos a estas sociedades ricas, posmodernas, estériles y egoístas con horror en lugar de envidia, viéndolas como lánguidos envejecidos, como el caprichoso amo ya maduro.[9] A veces, sostener un mapa al revés le muestra a uno el camino hacia el futuro.

*Alberto M. Fernández es vicepresidente de MEMRI.


[1] Zdf.de/nachrichten/video/politik-lanz-gaub-russland-putin-100.html, 13 de abril, 2022.

[2] Iss.europa.eu/author/florence-gaub, consultado el 18 de abril, 2022.

[3] Twitter.com/FlorenceGaub/status/1514154093891235842, 13 de abril, 2022.

[4] Pewresearch.org/religion/2017/11/29/the-growth-of-germany-muslim-population-2, 29 de noviembre, 2017.

[5] Worldvaluessurvey.org/WVSContents.jsp?CMSID=Findings, consultado el 18 de abril, 2022.

[6] Bigthink.com/strange-maps/why-the-u-s-and-belgium-are-culture-buddies, 25 de noviembre, 2015.

[7] Firstthings.com/blogs/firstthoughts/2015/11/german-bishops-website-on-africa-cardinal-sarah, 31 de julio, 2021.

[8] Ynetnews.com/health_science/article/r1yx4wzx5, 21 de febrero, 2022.

[9] Newyorker.com/magazine/2015/06/08/morlocks-and-eloi, 1 de junio, 2015.