Icono de los «21 nuevos mártires de Libia» por el artista egipcio-norteamericano Tony Rezk
El Estado Islámico (EIIS) y sus antiguos amos, ahora acérrimos rivales en Al-Qaeda son excelentes enemigos. Y trabajan muy duro para traducir que el odio en una acción violenta efectiva contra ciertos grupos de personas. Pero difieren ligeramente en sus prioridades inmediatas. Ambos grupos demonizan y exaltan la violencia contra los judíos (como los grupos dispares tales como Hezbolá, Hamas e incluso el supuestamente más respetable Fatah también lo hacen), pero el EIIS también prioriza la violencia contra los musulmanes chiitas, ya sea en los gobiernos sirio o lo feligreses iraquíes chiitas en lugares tales como Kuwait o Arabia Saudita. Y Al-Qaeda ha llamado a menudo a otorgarle prioridad a los ataques contra Occidente, especialmente los Estados Unidos, en lugar de dirigirse a las minorías religiosas locales.
En cuanto a tener como blanco a los cristianos, el EIIS ha hecho muy público un fetiche en destruir los símbolos y los lugares cristianos, el desarraigar de las comunidades históricas y el asesinar a cristianos mientras conquistaba territorio en Irak, Siria y Libia. Pero el grupo también hizo esto cuando todavía era públicamente un miembro en plenos derechos de Al-Qaeda (2003-2014). Ambos grupos parecen albergar un odio particular por la denominación cristiana individual mayor en el Medio Oriente y el Norte de África, la Iglesia ortodoxa copta, el «Patriarcado de Alejandría y la Sede de San Marcos».
La mayor parte de la historia de la Iglesia copta autóctona bajo el Islam no es muy diferente a la de otras comunidades cristianas bajo el dominio islámico. Las comunidades fueron ambas favorecidas y perseguidas conforme a dicho mandato, variando según las circunstancias políticas y personales.[1] Uno puede ver lo que uno desea ver y encontrar tanto un florecimiento humano verdadero y tolerancia y discriminación, brutalidad y opresión durante esos 14 siglos.[2]
Dado el número relativamente grande de coptos en Egipto y el ascenso del yihadismo salafista en el país en la década de los 70, probablemente era de esperarse que estos grupos takfiri – en muchos sentidos precursores de Al-Qaeda – apuntaran a los cristianos egipcios además de los funcionarios del gobierno. Robar una tienda de propiedad cristiana y asesinar a su dueño fue por lo menos tan loable como asesinar a un policía local y más rentable.
Mientras que algunos enfrentamientos eran parte del tejido histórico de la violencia sectaria localizada en zonas rurales del Alto Egipto, estos nuevos grupos islamistas también le dieron a la violencia un nuevo espectro de aplicación y justificación. La ironía es que, por supuesto, los cristianos egipcios siempre han tenido muy poca influencia o poder bajo la sucesión de gobiernos liderados por los militares que gobernaron el país desde 1952. Sin embargo, desde el momento en que el Presidente Sadat hasta el día de hoy, los coptos no sólo estaban siendo frecuentemente sujetos a asesinato y robos por islamistas, sino por difamación a través de motivos ideológicos.[3]
Tal como Gilles Keppel ha documentado profusamente, en el discurso de los diversos islamistas salafistas que proliferan en Egipto desde la década de 1970, los coptos fueron o denominados como los dhimmis más felices y contentos de leyendas o despreciados como los ingratos, consentidos y demasiado poderosos «cruzados» de hoy día.[4]
A medida que el gobierno egipcio aplastara en gran medida al grupo terrorista Al-Gama’a Al-Islamiyya en la década de 1990, la incitación anti-copta se hizo internacional con el ascenso de Al-Qaeda y su núcleo de veteranos yihadistas egipcios en su mayoría procedentes de la organización Yihad Islámica Egipcia (YIE). Ambos YIE y Al-Gama’a atrajeron al menos algunos de sus líderes clave de la más antigua Hermandad Musulmana.[5]
Mientras que el término islamofobia se ha vuelto muy de moda en los últimos años, este fenómeno no parece haber afectado el profundo deseo de muchos musulmanes de entrar en los países occidentales donde supuestamente prospera. El estallido abierto de violencia y sin vergüenza contra las minorías religiosas en el Medio Oriente por los salafistas-yihadistas, incluyendo contra los cristianos, se ha acelerado ahora en una avalancha de gente desesperada que trata de huir del Medio Oriente. Pero sin embargo aunque este tipo de violencia contra los cristianos en general siempre es errada y desagradable, la copto-fobia pareciera especial, ya que también ocurre cuando en realidad no existen comunidades coptas en existencia.
El Estado Islámico de Irak, en su camino a convertirse en el EIIS de hoy, en realidad tuvo a un egipcio como su líder ostensible del 2006 al 2010, durante un período clave de su historia.[6] Sin embargo Abu Ayub Al-Masri ya estaba muerto cuando el Estado Islámico, bajo el ahora infame Abu Bakr Al-Baghdadi, lanzó un ataque en octubre, 2010 contra los fieles siro-católicos en la Iglesia Al-Najat Sayedat en Bagdad. Los cristianos iraquíes habían sido atacados durante años, pero este ataque incluyó un nuevo giro. Entre las afirmaciones hechas por la organización era de que la sangrienta operación que mató a muchas mujeres y niños iraquíes, fue en venganza por la supuesta cadena de la Iglesia copta en uno de sus «monasterios de infidelidad e iglesias del politeísmo» de dos mujeres egipcias que supuestamente se convirtieron al Islam.[7]
El caso de Camilia Shehata y Wafa Constantino, supuestas musulmanas conversas, o esposas que fueron golpeadas, o simplemente mujeres con problemas conyugales, cuyos casos fueron utilizados por militantes salafistas para incitar a la violencia sectaria, aparecerá en varias ocasiones como excusa por el homicidio contra personas que no guardan relación con estas dos mujeres.[8] La operación Bagdad fue «en venganza» a pesar de que ambas mujeres todavía están vivas.
La afirmación de los «coptos que abusan de las mujeres musulmanas» fue sensacional y suficientemente importante como para hacer surgir comentarios iracundos en vídeo por el líder de Al-Qaeda Al-Zawahiri y uno de sus principales lugartenientes Abu Yahya Al-Libi.[9] Este tipo de carga había sido un elemento básico de los pogromos en contra de los coptos locales durante muchos años.[10] Ahora se hizo viral y global como parte del lenguaje del movimiento yihadista internacional.
Mientras inocentes fueron asesinados en Irak y el liderazgo de Al Qaeda basados en Waziristán llamaron a la acción, coptos fueron atacados en un ataque suicida sangriento en Navidad en enero, 2011 que mató a 23 e hirió a casi un centenar en Alejandría, Egipto.[11]
Para ver el despacho en su totalidad en inglés junto a las imágenes y videos copie por favor el siguiente enlace en su ordenador: http://www.memri.org/report/en/0/0/0/0/0/0/9024.htm
* Alberto M. Fernández es Vicepresidente de MEMRI.
[1] «Waq’at Al-Kana’is», La Enciclopedia Copta, Vol. 7, Claremont Graduate University School of Religion, 1991.
[2] «Patria Perdida: La Búsqueda Egipcia y Copta por la Modernidad», entrevista con Samuel Tadros, Instituto Venn 6 de abril, 2014.
[3] «Una Nueva Crisis de los Coptos de Egipto», Joshua Hammer, Smithsonian Magazine, noviembre, 2011.
[4] Extremismo musulmán en Egipto, El Profeta y el Faraón, Gilles Kepel, Berkeley: Universidad de California Press, 1986.
[5] Web.stanford.edu/group/mappingmilitants/cgi-bin/groups/view/401
[6] «Abu Hamza Al-Muhajir, el Misterioso Sucesor de Zarqawi (también conocido como Abu Ayub Al Masri)», Eben Kaplan, Consejo de Relaciones Exteriores, 13 de junio, 2006.
[7] «Al Qaeda en Irak afirma masacre en la iglesia cristiana en Bagdad», Bill Roggio, The Long War Journal (Diario de una Guerra Larga), 1 de noviembre, 2010.
[8] «Egipto: las dos mujeres en el centro de los enfrentamientos», Richard Spencer, El Telégrafo, 8 de mayo, 2011.
[9] Archive.org/details/jihad024
[10] «En el Año de los Mártires: Anti-Violencia copta en Egipto, 1988-1993», Alberto M. Fernández, documento presentado en la Reunión Anual de la Asociación de Estudios del Medio Oriente, San Francisco, California, 18-20 de de noviembre, 2001.
[11] «Explosión mortal fuera de la iglesia de Egipto», Al-Jazeera, 1 de enero, 2011