En su columna del 15 de junio en el diario saudita con sede en Londres Al-Hayat, Jamal Khashoggi, periodista senior y ex editor del diario saudita Al-Watan, pintó un panorama aterrador de lo que el Medio Oriente pudiera verse si Bashar Al-Assad gana la guerra en Siria. Este escribió que si eso sucede, la «pesadilla» de los árabes sunitas se materializará, es decir, la aparición de una «Media Luna Chiíta»: un continuo de países gobernados por chiítas extendiéndose desde Irán a través de Irak y Siria al Líbano. Esto, a su vez, fortalecerá a Irán en el ámbito regional e internacional, y causará una explosión sectaria en Arabia Saudita y la propagación del extremismo religioso, y por lo tanto presentará una amenaza real a la seguridad nacional de Arabia Saudita.

Ante esto, Khashoggi declaró que Arabia Saudita debe impedir una victoria iraní en Siria a toda costa. Para ello, debe formar una coalición de países bajo su liderazgo que haga regresar a Siria al redil árabe. Este hizo hincapié en que Arabia Saudita debe hacer esto incluso si los Estados Unidos no se une a esta coalición, porque su seguridad está en juego.

Lo siguiente son extractos del artículo:

Si Assad sale victorioso, Irán construirá el ferrocarril Teherán-Damasco y los gasoductos de Abadan-Tartus

«Cuando el concepto de ‘la media luna chiíta’ fue acuñado hace años,[1] fue por [temor] a una [posible] expansión iraní a través del este árabe. En la actualidad., luego de la gran derrota sufrida por los países de la región en la batalla por [la ciudad siria] de Al-Qusayr… la Luna [Chiíta] está a punto de convertirse en un eje político ambicioso extendiéndose desde Teherán hasta Beirut, a través de Bagdad y Damasco.

«El Ministerio de Hidrocarburos iraní sacará [ahora] mapas de sus gavetas a fin de sentar los gasoductos de Abadan-Tartus y la Autoridad Ferrocarrilera iraní sacará otros mapas a fin de construir una línea ferroviaria desde Teherán a Damasco o incluso Beirut. ¿Por qué no? Esta será su época [de oro]… Sería algo muy natural que [Irán] consolidara su victoria en el terreno solidificando este eje triunfal en un sistema político-económico-militar [bajo su control].

«El Líder [Supremo] de la revolución [iraní], el Jurisprudente Ayatolá Jamenei, cumplirá su sueño de ofrecer un sermón desde el púlpito de la mezquita Ummayad [en Damasco],[2] y anunciará [desde ese púlpito] que ha unido [el mundo] del Islam como siempre prometió hacer. Este descenderá drásticamente desde el púlpito para acariciar la cabeza de algún pobre chico de Damasco a fin de demostrar la ‘tolerancia del fuerte’, y luego se mantendrá en pie junto a algunos clérigos sunitas sirios ataviados de blanco y negro con turbantes… tomará sus manos entre las suyas y las elevará al cielo, junto a una tormenta de flashes de las cámaras que capturarán este momento histórico para la posteridad. El Líder [Supremo] [Jamenei] luego prometerá que su siguiente rezo, o el de su sucesor, se llevarán a cabo en Jerusalén…

«Ese mismo día una importante ceremonia tendrá lugar en el recientemente restaurado Palacio Damasco – todavía portando las cicatrices de la guerra – motivado a la firma de un pacto de defensa conjunto entre los líderes de Irán, Irak, Siria y el Líbano, mientras que el Líder [Supremo] estará parado detrás de ellos, sonriendo en reconocimiento de la grandeza del momento y quizás también [detectando] la presencia del tan esperado Imam Oculto confiriendo su bendición sobre el pacto».

Assad no será más que un representante de Jamenei

«Volvamos al sur, hacia Riyadh. [Será] tranquilo y gris, pero preocupado por la victoria de [Bashar] Al-Assad y sus aliados, sabiendo que es una victoria de Irán y del antiguo plan de Jomeini, en lugar de una victoria de Bashar [Al-Assad], que se convertirá en nada más que un representante del Jurisprudente [Jamenei] en Damasco [Riyadh] también estará preocupada por la creciente actividad de Irán en sus proximidades: temerá por el destino de Bahrein y se alarmará porque los Houthi [rebeldes] han [logrado] tomar más de la mitad de la antigua Yemen del Norte sin encontrar ninguna oposición, mientras que Yemen del Sur, cuyos habitantes han sido [siempre] aliados tradicionales de Arabia Saudita, [también] es devorada por Irán.

«Los planes para la unidad del Golfo se desvanecerán, y algunos de los estados del Golfo incluso comenzaran a hacer esfuerzos para apaciguar a Teherán a fin de preservar la poca soberanía que queda. La idea del mercado común árabe y el Plan de la Media Luna Fértil será archivado, e igualmente la idea de revivir el ferrocarril Hijaz que se extiende desde Estambul a La Meca a través de Siria y Jordania. Incluso los europeos se olvidaran de sus viejas sanciones [contra Irán] y comenzaran a comprar petróleo iraní, que llegará a ellos a través del gasoducto Abadan-Tartus. [De hecho,] comenzarán a hablar con Irán sobre la vinculación de la red europea de gas a la red iraní – ya que la gente siempre prefiere mantener lazos con los victoriosos.

«Y en la arena domestica [saudita], los jóvenes estarán llenos de ira, sintiendo que los gobiernos de la región no han podido comprobar el plan de Irán, y esto provocará una mayor tensión sectaria. Las presiones económicas sólo vierten más leña al fuego [Además,] las ideas extremistas [religiosas] se propagarán y preocuparan a los aparatos de seguridad…»

Arabia Saudita debe formar una coalición para evitar este escenario – con o sin los Estados Unidos.

«Una pesadilla, ¿no le parece? Por lo tanto yo creo que Arabia Saudita, en particular, de ninguna manera permitirá una victoria iraní en Siria. La presencia iraní no ha sido masiva desde la firma del pacto entre [el ex presidente] Hafez Al-Assad y la Revolución Islámica, inmediatamente después del triunfo [de este último] hace 40 años. Sin embargo, [mientras que] el régimen sirio [bajo Hafez Al-Assad] permitió un mínimo de equilibrio e independencia [siria], su hijo [Bashar], quien tiene una deuda de gratitud con los iraníes y Hezbolá por el hecho de que todavía está vivo y aún más gobierna un país devastado, se ha convertido en tema de Teherán y [ya] no es un socio por igual [a este]. Este es el momento en que la presencia iraní en Siria y el Líbano se ha convertido en una clara amenaza a la seguridad nacional, tanto para Arabia Saudita y Turquía.

«La seguridad de Arabia Saudita se encuentra actualmente en equilibrio, por lo que no tiene más remedio que tomar medidas, incluso [si tiene que actuar] solo. Sería mejor si los Estados Unidos se uniera a una coalición encabezada por Arabia Saudita, cuyo objetivo sería deponer a Bashar y restaurar Siria dentro del seno del [mundo] árabe, pero esto no debería constituir una condición previa para tomar acciones. Arabia Saudita debería liderar a cualquiera que esté dispuesto a unirse a ella. Pongamos de lado todas las preocupaciones acerca de las repercusiones de la Primavera Árabe, el ascenso de la Hermandad Musulmana y las ambiciones de Turquía, y fijémonos el objetivo de derrocar rápidamente a Bashar [Al-Assad]. Este objetivo garantiza la congregación de las diversas fuerzas [alrededor de esta] – de las tribus Al-Anbar en Irak, a Hamas y la Hermandad Musulmana en Egipto, en Túnez y los países del Golfo. Si esto ocurre, Turquía encontrará el coraje para unirse a esta alianza, y en su paso vendrá Francia. Los Estados Unidos puede afiliarse o no, pero esto no es considerarlos, porque estamos hablando de nuestra guerra y nuestra seguridad, no la seguridad de ellos».


[1] El término fue acuñado en el 2004 por el Rey de Jordania Abdalá II, en una entrevista con el diario Washington Post. En esta, advirtió sobre un intento iraní de formar una «Media Luna Chiíta» extendiéndose desde Irán a través de Irak y Siria al Líbano, lo que podría alterar el tradicional equilibrio de poder entre los sunitas y los chiítas.

[2] Esta es la cuarta mayor mezquita luego de las de La Meca, Medina y Jerusalén.