Según el Banco Mundial, el Líbano se encuentra en estos momentos experimentando un desastre económico y financiero de proporciones históricas raras veces visto desde mediados del siglo 19.[1] La mayoría de los libaneses hoy son de hecho nuevos pobres, el dinero no tiene valor y la electricidad, alimentos, medicinas y el agua son productos básicos muy escasos. El país todavía no tiene un gobierno verdadero mientras los políticos corruptos rivales luchan por conseguir algún cargo, repartiéndose las migajas del poder, mientras el árbitro y hegemón final, el grupo terrorista Hezbolá, observa el panorama.
El mejor de los casos parece ser que pronto se formará un gobierno de coalición, muy probablemente con el ex-primer ministro Saad Hariri, que podrá volver a abrir el grifo de la ayuda exterior. Unos cuantos billones en moneda fuerte que vendrán de Occidente y algunos estados árabes supuestamente estabilizaran al Líbano – apuntalaran la moneda y divisas, promoverán el buen gobierno e implementaran algunas reformas y al menos evitaran que este colapse aún más. Las elecciones se celebraran entonces en el año 2022. Esa pareciera ser la teoría. Y se supone que este escenario optimista será desplegado mientras Hezbolá aún mantenga su control final y los mismos políticos que en principio supervisaron la debacle libanesa permanezcan siempre en el tope de la agenda.
Un escenario mucho más probable en el peor de los casos sería el continuo colapso económico, lo que retrasaría aún más la formación del gobierno con intención de retrasar las elecciones parlamentarias a realizarse en mayo del 2022 para que esta misma multitud pueda permanecer en el poder aún más tiempo de lo debido. Un colapso que conduce a la implosión de las instituciones restantes y a la guerra de pandillas de bajo nivel. Mientras alguien tal como el despreciado yerno presidencial Gibran Bassil, aliado clave de Hezbolá, maniobra entre los escombros para ganarse la presidencia en el mes de octubre del año 2022.[2] Con a lo mejor otra guerra en mente de Hezbolá contra Israel, luego de la conclusión de un nuevo acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán.
Parece ser que el Líbano necesitará de un milagro para sobrevivir, por lo que es bastante oportuno que el Papa Francisco se reúna con los líderes religiosos cristianos libaneses en el Vaticano el día 1 de julio.[3] Este es un mensaje de apoyo al Líbano y en particular al patriarca católico maronita libanés Bechara Butros Al-Rahi, quien ha reprendido a los políticos por no formar un gobierno, por criticar abiertamente a Hezbolá e instar a que el Líbano siga una política de neutralidad activa, distanciándose de los conflictos regionales.
Los libaneses necesitan y se merecen algún cimiento de esperanzas a lo que parece ser un futuro sumamente sombrío. Algunos en la diáspora libanesa, especialmente los cristianos, ponen sus esperanzas en pedir por el federalismo, dividiendo el país en entidades políticas descentralizadas más pequeñas. No se equivocan en que las entidades descentralizadas más cercanas a la población, respondan a las realidades locales, sería una bendición no solo para el Líbano sino para muchos estados de la región. Sin embargo, la tendencia en la región ha sido y sigue siendo hacia la centralización del poder y quienes lo detentan, lo guardan muy celosamente. La idea de que quienes centralizan el poder hoy en el Líbano lo entreguen voluntariamente es altamente ridícula.
El concepto de devolución de poderes, de división en entidades más pequeñas también es, por supuesto, un anatema en el Medio Oriente contemporáneo, construido sobre ideologías centralizadoras centradas en el arabismo o en el nacionalismo turco e iraní. La división es lo que se supone hicieron los imperialistas occidentales, ya que, de hecho, el propio Líbano fue visto por los nacionalistas árabes como una construcción artificial creada por Francia para los maronitas.
El desastre libanés, ha tenido quizás, algunos beneficios incidentales para los libaneses junto a tanto sufrimiento. Ciertamente, muchas ilusiones políticas y económicas anheladas han sido perforadas. La fantasía de que el Líbano pudiera florecer sobre la base de un esquema de fraude político y económico ha sido desenmascarada. Se ha demostrado que las esperanzas en que de alguna manera se pueda desarrollar alguna estabilidad, un estado y una economía sin una verdadera soberanía es ilusoria. ¿Cómo puede uno hacerlo cuando una entidad político-militar inmune a cualquier responsabilidad verdadera puede sumergirlo a uno en una guerra o en alguna crisis en cualquier momento dado? El «estado de resistencia» en el Líbano ha sido muy costoso, especialmente para los libaneses. Hubo una vez una rara posibilidad de un cambio muy real en el año 2005, pero esto fue enterrado efectivamente por Hezbolá en colaboración con Michel Aoun.
Si bien los libaneses se han despojado dolorosamente de muchas ilusiones, uno se pregunta hasta qué punto estas ilusiones siguen arraigadas en la comunidad internacional. En lugar de evadir el problema o redoblar el fortalecimiento de las instituciones dudosas y colaborar con socios políticos aún más dudosos, quizás haya llegado el momento de adoptar una forma mucho más agresiva de planificar las contingencias para el Líbano. Esto significa prepararse tanto para un desastre mayor – el caótico peor escenario que parece estar sucediendo ahora, como el mejor escenario de resultados, que está íntimamente ligado a la política interna de lo que sucederá el año entrante.
Cuando la población se enfrenta a si misma por la búsqueda de alimento y gasolina en Beirut mientras se va la electricidad durante un verano caluroso, el planificar por un escenario sin gobierno / más implosión y hambruna es una acción muy lógica a tomar. Yo he sido uno de los que se burlan de los 1.8 billones de dólares (desde el año 2006) gastados por los Estados Unidos en apoyar a las Fuerzas Armadas libanesas (FAL) y ciertamente la idea de que alguna vez serían de contrapeso ante Hezbolá es ridícula.[4] Pero quizás las FAL pronto tendrán un papel que desempeñar para prevenir un mayor caos en algunas partes del país.
Los problemas económicos del Líbano también están íntimamente relacionados a sus problemas políticos. La ayuda económica para el Líbano es esencial pero, en caso de que esta llegue, debe tener una dimensión política, una que esté fuertemente inclinada a favor de los procesos democráticos ciertamente inestables, por lo que las elecciones en el año 2022 son imprescindibles para apuntalar a la vital, aunque maltratada sociedad civil del Líbano. Hezbolá y sus aliados políticos harán todo lo posible para retrasar y engañar (y asesinar, si es necesario) en tal situación. Sobre todo, estos desean evitar cualquier tipo de contabilidad popular en las urnas en respuesta a las catástrofes de los últimos años. No es demasiado pronto como para que los opositores locales e internacionales de la banda de Nasrallah y sus testaferros se estén preparando también.
Aquí existe una posibilidad de cambio muy pequeña, pero muy verdadera. Así como Hezbolá tendrá sus favoritos, tanto para las elecciones parlamentarias como para la presidencia, también debería la comunidad internacional (y en realidad, esto significa Francia, Estados Unidos y algunos estados del Golfo Pérsico) tener sus aliados y jugar con dureza dentro de la política en el año 2022. Y apoyar a la multitud política habitual con los mismos halagos que los occidentales han escuchado durante años no parece ser una jugada muy acertada que digamos.
Tanto Estados Unidos como Francia han dado algunos pequeños pasos para castigar a aquellos malos actores locales involucrados en corrupción o en obstruir políticas y eso debería continuar y expandirse hasta el período pre-electoral. Paradójicamente, estos pasos agresivos e intrusivos cuidadosamente planeados e implementados por la comunidad internacional son intervenciones terapéuticas destinadas a fortalecer un Líbano que posee una pequeño oportunidad, una pequeña posibilidad, de emerger de las ruinas. El Líbano necesita de un milagro, sin lugar a duda. Pero también, el juego político internacional más duro y despiadado de aquellos que buscan salvarla de la destrucción.
*Alberto M. Fernández es vicepresidente de MEMRI.
[1] Worldbank.org/en/news/press-release/2021/05/01/lebanon-sinking-into-one-of-the-most-severe-global-crises-episodios, 1 de junio, 2021.
[2] Almodon.com/politics/2021/6/7/%D8%B7%D8%B1%D9%8A%D9%82-%D8%A8%D8%A7%D8%B3%D9%8A%D9%84-%D8%A5%D9%84%D9%89-%D8%A7%D9%84%D8%B3%D9%84%D8%B7%D8%A9-%D8%B3%D8%AD%D9%82-%D8%A7%D9%84%D8%B3%D9%86%D8%A9-%D9%88%D8%A7%D9%84%D8%A7%D8%B3%D8%AA%D9%82%D9%88%D8%A7%D8%A1-%D8%A8%D8%A7%D9%84%D8%A3%D8%B3%D8%AF, 7 de junio, 2021.
[3] Catholicnewsagency.com/news/247841/pope-francis-invites-lebanese-christian-leaders-to-vatican-to-pray-for-peace, 30 de mayo, 2021.
[4] State.gov/u-s-security-cooperation-with-lebanon, 21 de mayo, 2021.