Luego de los ataques terroristas del 8 de abril, 2017 contra las iglesias de Alejandría y Tanta en Egipto, Tawfiq Al-Sayf, columnista del diario saudita Al-Sharq Al-Awsat, criticó a los países islámicos por seguir tratando a los cristianos como «protegidos» (dhimmis) y no como ciudadanos con igualdad de derechos. Al-Sayf llamó a abandonar este enfoque, ya que tiene como base la ley islámica, que este dice no es apropiada para la época y las realidades modernas y en su lugar llamó a adoptar el concepto moderno de ciudadanía.
La iglesia en Tanta, Egipto luego del ataque Fuente: Elaph.com
Lo siguiente son extractos traducidos de su columna:[1]
«El ataque terrorista contra las dos iglesias en Egipto generó una amplia ola de condenas entre todos los musulmanes – los estudiosos religiosos, el público en general y los políticos. Le agradezco a Alá que nadie elogie o justifique este crimen. [Sin embargo], en las declaraciones de condena, mi atención fue particularmente señalada hacia el uso repetido de términos tales como ‘buscadores de protección’, ‘protegidos’ (dhimmis), y ‘Pueblo del Libro’ para describir a los ciudadanos coptos que fueron víctimas del traidor ataque. Tales términos suelen encontrarse en discusiones entre los clérigos, [quienes lo utilizan] para enfatizar la prohibición de atacar a los no musulmanes. Estos términos no son generalizaciones lingüísticas neutras, sino más bien ‘hechos [fijados] en el sharia islámico’, según la percepción de los extremistas es decir, términos especiales cargados de algún significado específico. Estos son utilizados para referirse a una totalidad de interrelaciones y categorías, o para otorgarle un significado uniforme al estatus de [determinadas] personas en relación con la persona que habla. Estas descripciones pertenecen a una percepción de la realidad islámica que, desde una perspectiva moderna, es errónea y pone de relieve la diferencia entre la realidad tal como la percibe la ley islámica y la realidad real. Todas estas etiquetas [para describir a los no musulmanes] pertenecen a una edad histórica pasada y por lo tanto el resultado a la discrepancia [entre las percepciones].
«Estas descripciones fueron acuñadas con el comienzo del estado islámico [de origen], cuando sus tropas proliferaron hacia países diferentes y se expandieron y se desarrollaron relaciones entre los musulmanes y otros pueblos». Por lo tanto, había una necesidad de regular la relación entre la superpotencia victoriosa y su pueblo poderoso [musulmán] y los individuos débiles que se rindieron voluntariamente o fueron derrotados. En estas circunstancias únicas, estas expresiones tenían la intención de enfatizar el control político y la responsabilidad del estado por todos sus súbditos…
«A medida que pasaba el tiempo y la percepción legal islámica impregnaba la cultura general, la afiliación religiosa se convirtió en el único aspecto que [definía] las relaciones sociales, mientras que los defensores de este enfoque no entendían que pertenecía a una época pasada. El concepto de protección y clientelismo se mantuvo central a la definición de la relación con los no musulmanes, pero al mismo tiempo no se les consideraba socios iguales respecto a todos los derechos, o ‘ciudadanos’ en el sentido moderno. Este enfoque se mantiene en la ley islámica de hoy día. Una rápida mirada a numerosos escritos sobre este tema por parte de los modernos jurisprudentes islámicos y de los comentaristas islámicos es suficiente para revelar el problema con el que se enfrentaban cuando deseaban consolidar un enfoque que acomodara el patrimonio de la ley religiosa por una parte y los principios de la política [moderna], las leyes, los derechos humanos y la justicia, por la otra.
De hecho, no hay necesidad de resolver la contradicción. El concepto de estado moderno pertenece a un conjunto de ideas diferentes al concepto de estado que existía en la época del antiguo estado islámico. En otras palabras, es algo diferente, que no puede ser comprendido en términos del antiguo enfoque…
La relación entre el estado moderno y sus ciudadanos tiene como base el principio de la ciudadanía, que sostiene que todos los ciudadanos son iguales en derechos y obligaciones, independientemente de su religión y afiliación social. Todo ciudadano tiene igual derecho a la patria y sus derechos civiles son derivados de la validez de esta premisa y no de su afiliación religiosa. Por lo tanto, en el mundo de hoy no existe nadie que correctamente pueda referírsele como una ‘persona protegida’ o ‘buscador de protección’. Un ciudadano es un ciudadano y ahí concluye el tema.
Para el público en general, esta conclusión no es nada nuevo, pero pensé que era una oportunidad apropiada para llamar la atención a los jurisprudentes islámicos y sus discípulos a la diferencia entre el pensamiento heredado y la realidad de nuestro mundo actual. Esta es una llamada a abandonar las antiguas percepciones, que ya no son útiles y son irrealistas, es un llamado a dirigir el pensamiento hacia el mundo verdadero y a adaptarse a este, en lugar de reducir el pensamiento a un mundo de documentos y escritos antiguos y adherirse a ellos y a sus defectos.
[1] Al-Sharq Al-Awsat (Londres), 12 de abril, 2017.